Un oso de peluche casi siempre está entre las cosas de los niños más chiquitos; a veces solo es un adorno de la sala o de las habitaciones; incluso es uno de los regalos más fáciles de comprar por su precio de oferta, su tamaño pequeño o porque ya pasó de moda.
Sin embargo, un oso de peluche también puede ser un buen compañero de aventuras familiares, un amigo que te conoce, te escucha atento cuando le cuentas tus secretos y sin interrumpirte, que sabe cuándo estas triste y además está dispuesto a alegrarte el día con su eterna sonrisa, su suave piel y sus tiernas patitas.
Lo que hoy traigo para contarte le ocurrió en verdad a un niño peruano que va a la escuela y que, gracias a su oso de peluche pirata, su hermana, su abuela y algunas otras personas pudo ser capaz de no amargarse el corazón.